“La naturaleza es primordial en el desarrollo de los niños pues los
ayuda a ser adultos saludables, creativos, con valores y conscientes del
bienestar de nuestro planeta.”
Los tiempos han cambiado y con ellos las actividades y actitudes de los
niños para con la naturaleza. Hoy en día, es más común que un niño sepa más de
juegos de video que de cómo construir una casita de juego en un árbol.
“Existe mucha evidencia de que
la educación basada en la experiencias con la naturaleza ayudan en varios aspectos
del desarrollo de un niño." Algunos de estos aspectos son
el pensamiento crítico,
la resolución de conflictos
y la creatividad; también
los ayuda con la toma de
decisiones, reduce la
obesidad, al incrementar la actividad física, y contribuye a su salud mental, emocional y moral.
Durante los primeros años de la vida de un niño, el estar expuestos a la
naturaleza es esencial para su desarrollo, ya que reduce el stress y la
agresividad. También aminora los problemas de comportamiento y crea valores importantes como
la cooperación, la responsabilidad, la compasión y comprensión de otras
criaturas vivientes que habitan nuestro planeta Tierra.
El movimiento corporal coordinado y la alegría de descubrir el mundo con
ayuda de todos los sentidos, es un don natural durante la primera infancia. Y
cuando esta experiencia se da en relación con otros, aparecen nuevas
posibilidades de aprendizaje, respecto de sí mismo y los pares: convivir,
explorar juntos, arriesgarse y cuidarse mutuamente.
Relacionarse con la naturaleza, el árbol, el río, los animales,
son aspectos connaturales al ser humano y en la medida que se faciliten y
amplíen estos vínculos al medio en el cual crecemos, más posibilidades existen
que sus beneficios se extiendan a los años que siguen.
La actividad educativa de hoy
nos llama a re-crear formas de relación en las cuales potenciemos la vivencia
de sentir el esfuerzo y logro junto al placer, disfrutar el ejercicio, la
libertad de sentir sabores, olores, sonidos, sensaciones, desafíos y
encuentros. En definitiva, desplegar nuestro potencial en juegos donde los materiales
e instrumentos seamos nosotros mismos.
Cuando niños y niñas son actores protagónicos, los beneficios se
amplían a todas las dimensiones de la vida. La vida activa, sobre todo en
contextos naturales, disminuye la falta de interés que pudiese existir en lo
relacionado con el aprendizaje de contenidos pedagógicos.
Esto sucede porque permite
sentirse parte de un mundo que sólo se construye desde la vivencia directa en
espacios y oportunidades de encuentro. En caso contrario, mientras más
sedentario permanece, sin necesidad de generar recursos que le presenten nuevas
contingencias, nuevos despliegues de sí mismo, se produce un proceso de falta
de interés, de acumulación de energías, poco aprendizaje y menos habilidad para
la autonomía.
Por lo tanto, en la
exploración activa de su entorno, el niño y la niña definen sus posibilidades
de desarrollo. El ejercicio, la vida activa y en contacto con la naturaleza,
nos entrega la condición de constituirnos en seres humanos reales
y generadores de mundo.
Estos son algunos de los muy importantes beneficios que la
naturaleza brinda a los niños, ahora pongámonos a pensar:
¿De qué manera podemos retribuir a la naturaleza todo lo que
hace en beneficio de nuestros alumnos, de nuestros hijos y de nosotros mismos?
¿Cuál es nuestra responsabilidad como seres humanos y como educadoras
para con nuestro planeta tierra?
¿Conocemos actualmente el medio natural que rodea a los niños?
¿Hemos pensado qué mundo les espera a los niños que están por
llegar?
¿Qué tipos de adultos serán los ahora niños después de haberse
desarrollado en un medio que se está destruyendo poco a poco?
Ojala que reflexionemos sobre estas preguntas y empecemos a
actuar para crear en nuestros alumnos conciencia y hábitos ecológicos que
puedas mejorar aunque sea un poco lo dañado del medio ambiente.