Para
llegar a una buena gestión del medio ambiente, no basta la información sobre lo
que acontece en el mundo en general y la problemática del medio ambiente en los
niveles nacional y local. Es preciso modificar los enfoques, actitudes y comportamientos
humanos y adquirir nuevos conocimientos, y todo ello depende en gran medida de
la educación.
Se
trata de proponer o establecer fundamentos que permitan reforzar y propiciar una
conciencia y ética medioambiental en las personas. Se trata de suscitar todos aquellos
mecanismos que favorezcan a la protección y cuidado de los recursos naturales,
todos con mejora para el entorno
COHERENCIA
Los
niños se vinculan mucho mejor con acciones concretas que con enunciados
abstractos. Y sobre todo en cuestiones ambientales, los hechos valen más que
mil palabras. Seamos coherentes con lo que decimos y lo que hacemos; debemos
enseñar poniendo el ejemplo.
CONOCER
NUESTRA ECOHUELLA
Los niños deben saber que son parte activa de la
naturaleza. Es decir, que todas las acciones que realizan en la vida cotidiana
tienen un necesario impacto dentro del ecosistema. Que, por ejemplo, la tele
encendida todo el tiempo es un gasto superfluo de energía que termina
impactando en el caudal de los ríos, que la madera de la cama en que duermen
proviene directamente de un árbol o que las galletitas son elaboradas con
materias primas naturales. Hay que poner en evidencia el lugar que ocupamos
dentro del planeta.
CLASIFICaR LA BASURA
Resulta importante que los chicos incorporen los
criterios básicos de separación. A través de un experimento sencillo, puede
quedar en evidencia qué cosas hay que tratar de reciclar o reutilizar. Llenamos
con tierra dos potes vacíos de yogur. En uno ponemos algo de plástico y en
otro, una cáscara de naranja, por ejemplo. Mantenemos la tierra húmeda durante
dos semanas y después explicamos por qué el plástico sigue igual y por qué la
cáscara se está desintegrando.
ESTIMULAR LA INVESTIGACIÓN
Hoy en día, existen miles de concursos, campañas y
actividades comunitarias que ayudan a construir conciencia ecológica en la
formación de nuestros pequeños y que tienen el valor agregado del
reconocimiento público. Además, son iniciativas que no sólo animan a
profundizar y a comprometerse de manera lúdica en las distintas cuestiones
ambientales, sino que también promueven la creatividad y la sensibilidad
artística.
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